Abercrombie & Fitch parece no poder mantenerse alejada de la polémica. El Tribunal Supremo falló recientemente por 8 a 1 a favor de Samantha Elauf, una mujer musulmana que alegó que no había sido contratada por la tienda de ropa porque su pañuelo (o hiyab) entraba en conflicto con el código de vestimenta. Elauf recibió $20.000 por la demanda presentada en su nombre por la Comisión Federal de Igualdad de Oportunidades en el Empleo.
La decisión se basó en este principio: aunque las empresas pueden tener códigos de vestimenta, no pueden "actuar con el motivo prohibido de discriminar por las prácticas religiosas de un solicitante". Las empresas están obligadas a adaptarse razonablemente a las necesidades religiosas de un empresario o solicitante.
Además de tener que llevar ropa con un estilo colegial o preppy de la Costa Este, los empleados de Abercrombie deben seguir un estricto (y controvertido) código de vestimenta o "política de look" que incluye recomendaciones sobre la longitud adecuada de las uñas y el color del pelo. Debido a la última demanda, Abercrombie & Fitch tendrá que sustituir su "política de look" por un código de vestimenta más "individualista".
¿Qué opina? ¿Deberían algunas empresas establecer códigos de vestimenta para sus empleados que prohibieran determinadas prendas religiosas?