Tracy Ribeiro, socia del bufete de abogados Sedgwick Law de Chicago, presentó recientemente una demanda colectiva contra su empresa por discriminación salarial y de género.
Ribeiro afirma que la cultura dominada por los hombres en su lugar de trabajo impedía que las mujeres abogadas recibieran la misma remuneración y las mismas oportunidades de ascenso. A pesar de que Ribeiro generaba la tercera mayor cantidad de ingresos para el bufete, fue incapaz de romper el "techo de cristal de todo socio en Sedgwick". Algunos ejemplos de la cultura dominada por los hombres que se exhibe en el bufete son:
El bufete, con sede en San Francisco, cuenta con más de 300 abogados (26 en Chicago), es uno de los 200 mayores de Estados Unidos y obtuvo unos ingresos de $183 millones el año pasado. El presidente de Sedgwick niega sus afirmaciones y confía en que no sufriera discriminación alguna mientras estuvo empleada en el bufete. La firma mantiene que "no participa ni tolera conductas discriminatorias o de represalia de ningún tipo".
Por desgracia para Ribeiro, el caso no llegará a los tribunales debido a una cláusula de arbitraje en su contrato de asociación. Cada vez más empresarios obligan a sus empleados a firmar acuerdos de arbitraje para que no puedan ser demandados ante un tribunal o enfrentarse a un jurado. En su lugar, las reclamaciones se envían a un tribunal privado (arbitraje) que suele ser sumamente injusto para el empleado por muchas razones.
A pesar de la noticia, Ribeiro promete seguir luchando por la igualdad salarial en un sector en el que las mujeres socias perciben un 44% menos que sus homólogos masculinos.
¿Cuál cree que es el grado de prejuicio salarial y de género en la abogacía?