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Estudiantes de posgrado demandan a la UCLA por encubrimiento de acoso sexual

Emanuel Shirazi

El acoso sexual puede ocurrirle a cualquiera, independientemente de su profesión o industria, pero también en las instituciones educativas. De hecho, a muchas víctimas de acoso sexual en las universidades se les suele pedir que guarden silencio para no empañar la reputación de la institución, como es el caso de esta reciente demanda por acoso sexual.

Dos estudiantes de posgrado de la Universidad de California Los Angeles presentaron recientemente una demanda contra la universidad alegando que se les ordenó guardar silencio sobre las acusaciones de acoso sexual por parte de su profesor de historia, Gabriel Pieterberg. Las mujeres afirman que Pieterberg hizo comentarios inapropiados e insinuaciones no deseadas, como acercar su cuerpo al de ellas y besarlas a la fuerza.

Una de las mujeres, Kristen Hillaire Glasgow, alega que Pieterberg empezó a acosarla sexualmente en 2008 y siguió haciéndolo hasta 2013. No denunció el acoso porque temía que el departamento le recortara la financiación. Cuando se enteró de que otra mujer, Nefertiti Takla, había presentado una denuncia formal, decidió hablar. Por desgracia, la UCLA no investigó las denuncias de Glasgow. En cuanto a las denuncias de Takla, dice que acabó retirándolas después de que el asesor del campus (que supervisa los informes) le dijera que los demás miembros de la facultad -compañeros de Piterberg- probablemente se pondrían de parte del profesor.

¿Con qué frecuencia cree que se gestionan mal las denuncias de acoso sexual (animando a las víctimas a callarse, no investigando adecuadamente las denuncias en el momento oportuno, negándose a responsabilizar al acosador, no denunciando el acoso a las autoridades competentes)?

Según un reciente informe del Huffington Post, 143 universidades de Estados Unidos han gestionado mal los incidentes de acoso y agresión sexual. Las denuncias de acoso y agresión sexual no se investigan porque las instituciones temen el estigma que supondría que se corriera la voz. Desgraciadamente, ignorar las denuncias sólo causa angustia emocional a las víctimas, perpetúa la probabilidad de que el acosador vuelva a acosar y expone a la institución a una mayor responsabilidad civil.

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